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Gracias amigo querido, por atreverte no solo a nombrar; a escribir, sino a compartir esta intimidad que cuando es honesta, se vuelve universal. Para mí como mujer tu historia despierta muchas resonancias de ambos lados. Del lado del cuerpo trofeo, desde adolescentes hemos sido "condenadas" al rol de objeto de deseo y no el.de ser deseant…
© 2025 Jorge Caraballo Cordovez
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Gracias amigo querido, por atreverte no solo a nombrar; a escribir, sino a compartir esta intimidad que cuando es honesta, se vuelve universal. Para mí como mujer tu historia despierta muchas resonancias de ambos lados. Del lado del cuerpo trofeo, desde adolescentes hemos sido "condenadas" al rol de objeto de deseo y no el.de ser deseantes. Me conmovió mucho la historia de tu amigo en el closet porque la vergüenza los habitó a los 3 de distintas maneras y me vi también con esa emoción muy presente a esa edad. El gozo, con suerte, nos llega o nos lo permitimos, ya adultxs. Y cómo cuesta vivir el gozo porque como bien nombras, ese sí que requiere compromiso y trabajo de consciencia. Y el otro lado que me resuena, es el de las capas de la creencias que nos ha tocado remover con pico y pala. Una de las que más me ha habitado como mujer y hasta hace muy poco me di cuenta es el de reducir el sexo a la penetración. Cuando en realidad es un universo. Concebido así es cuando te das cuenta de las veces que has o han vulnerado ese espacio sagrado tuyo o las diversas y bellísimas posibilidades que hay para honrarlo. En fin, tema largo pero no quería dejar comentar este ensayo.
¡Gracias por esto, Caro! Me emociona leerte acá. Reducir el sexo a penetración nos empobrece a todos. Es delicioso, como el jugo de mango, pero uno no quiere jugo de mango todos los días y hay un montón de sabores para experimentar. Ahí es donde se juntan devoción y creatividad, ¿no? El deseo profundo de conocerse a través del encuentro con la otras persona, y la curiosidad por descubrir lo que pide el momento. Eso, para mí, es gozo. ¡Un abrazote!